Duración lectura: 17m. La visión que los medios de comunicación y la cultura nos ofrecen hoy sobre esas mujeres que atraviesan la madurez parece resumirse en un cuadro simplista que poco tiene que ver con la realidad de una generación. Y es una pena, porque el lector, televidente o amante del cine pueden acabar pensando que las que se instalan en la cincuentena se dividen entre pasivas amas de casa y liberadas profesionales cuya mayor preocupación es autoanalizarse, algo que muy pocas mujeres tienen tiempo de hacer. Tópicos y estadísticas Así, las diferencias de educación entre los hombres y mujeres de esa generación no fueron tan grandes como a veces se piensa. La generación de la solidaridad Pero si algunas de estas mujeres han servido de eficaz ejército laboral en reserva durante la crisis que afectó a sus maridos, no es menos importante su papel ante el creciente paro juvenil. Independientemente de que algunas mujeres contribuyan con un salario al mantenimiento económico de estos hogares, son todas ellas las que aseguran ese «estado del bienestar» que supone tener la camisa planchada y la comida lista, sin olvidar el formidable ejercicio de adaptación en la convivencia que casi por seguro esto les exige. También es posible que en algunos casos sus hijos hayan podido acceder a un empleo, se hayan casado e incluso tengan descendencia. Mujer fracasada busca la liberación Los medios de comunicación y la cultura suelen ofrecer una visión estrecha de las mujeres, cualquiera que sea su edad. En esa mirada parcial, la atención desmedida a las supuestas élites del país famosas o triunfadoras en general va de la mano con la negligencia en el tratamiento de las realidades con las que se enfrentan las españolas.
Tras el éxito editorial de su álbum precedente Las diosas de cada madama, al que siguió Los dioses de cada hombre, la célebre analista junguiana se concentra ahora en las mujeres que han pasado de los cincuenta a fin de que, con la ayuda de ciertos arquetipos o diosas, transformen la tercera fase de sus vidas en una etapa de boom y plenitud. La mayoría de mujeres que conozco no sólo no niegan su edad, sino que, al guardar los cincuenta, celebran el evento. Guardar cincuenta años invita a celebrar fiestas de amigas entre las que alcanzan juntas esa edad. Es tiempo de festejos para algunas, y la ocasión de iniciar rituales o plantearse el retiro para otras. A los cincuenta, la mayoría de las mujeres todavía celebran su aspecto y su ánima joven. Con todo, el hecho de envejecer las sume en una cierta intranquilidad. He escrito Las diosas de la mujer madura para que las mujeres puedan nombrar y reconocer aquello que les inquieta.
Tiene una composición de gran sutileza bajo una apariencia de tensión de alto suspense. Un deslizamiento progresivo de farsa turbulenta hacia una comedia negra en la que el espectador es cómplice de la autora: sólo ellos saben lo que los personajes femeninos se niegan a descubrir por sí mismos, tan ansiosas por conquistar a un muchacho fantasioso y seductor, a un «violador tranquilo» que determine para siempre el placer inmenso de un amor tan grande que supere lo acuciante y lo soñado. Pero el guión es terco y los personajes van a lo suyo en una sola dirección, pase lo que pase, aun llegar a un duro final navideño, tras una sesión de psicosis no menos alarmante. Joan Carles Soau asume este papel con un desparpajo que atrae, fascina e irrita, logrando un crecimiento feroz con todo lujo de detalles, también con un aporte físico muy cuidado en una puesta en escena donde los silencios y las mínimas acciones resultan de gran significado. Eso sí, significados y significantes bailan entre canciones como El día que me quieras, Me amo, Resistiré… cantadas por ellos mismos, creando tensiones variopintas y permitiendo que hasta un lirondo integral impactante ofrezca lo contrario de lo que se espera.
Las personas tienen la suerte de cuerpo seductoras o de conocer cómo despertar la atención de la andoba que le agrada. Algunos hombres. Se la dan de bastante recorridos empero a la hora de estar alce una asistenta tan linda se sienten ntimidados y es allí cuando debes reaccionar e acudir al ataque de ese afectividad que quieres que sea tuyo. Eres tan. Seductor que parece que pierdo la ahínco y me dejaría arramblar por ti aun extraviar completamente los sentidos.
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