Exitosas

Adorador de pollas

Me encanta besar polla 60209

La primera vez que mi esposa me fue infiel Somos un matrimonio de 20 años de casados con hijos, esto sucedio hace 10 años, fue un fin de semana largo, ella hoy tiene 48 años rubia gordita rubia, ojos color miel, linda cola, alta 1. Yo habia salido con otra chica y cuando salia pase al lado de ella. Al otro dia temprano estaba en el bar y fui directo a ella. Tomamos una copa y fuimos al hotel. Me fui a duchar. Cuando salgo la veo en bombacha y tomando una raya con un billete. Nunca habia probado y me anime.

Después de una discusión alargada. Colocando su tanga roja sobre mi pene como si fuera un perchero. Después de eso salió de la casa entretanto yo acomodaba todo, guarde su braga no sin antes olerla al hacerlo me pene recupero la erección. Se alzó para besarme mientras teníamos en la boca la tanga de su amiga termino el beso colocando la tanga de su amiga como si fuera el pañuelo del saco, y antes de que yo pudiera actuar algo salió del baño. Yo en ese momento no recordé que época su tanga así que cuando la estiro y se dio cuenta sonrió y dijo: —me la puedes aovar es que me gusta esta para dormir. Le saqué mi pene y empecé a lamer su ano con la intención de penetrarle su ojete, ella se apartó diciendo que no quería, la agarré de su guedeja y le dije al oído: —eres mi puta haz lo que te digo. La dejé en su pieza a la mañana siguiente quería pedirle perdón por mi tosquedad, pero mi sorpresa fue verla en la galería con un baby doll y diciendo: —como amaneció señor. Me sorprendió abundante y le dije: —qué te pasa?

Diez minutos después llegue donde estaban las sombrillas. No entendí por qué a la gente le encanta ponerse en grupo pudiendo disfrutar de la familiaridad de estar solo. Era mi prima Gemma. Fui subiendo entre las sombrillas hasta llegar a ver a mi derecha el grupo de sombrillas en la que destacaba la sombrilla rosa de mi familia. Al internarme dentro de la misma vi que mis tías seguían sentadas en las mismas sillas que las había visto al llegar y que ahora amabas tenían las toallas arrugadas sobre sus caderas. Yo por repuesta le respondí con una sonrisa juguetona.

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